martes, 3 de septiembre de 2013

EL AÑO DE LA FE 2012-2013

TODO ES POSIBLE PARA EL QUE CREE (Mc. 9,23)


Logotipo del Año de la Fe


El pasado  11 de octubre de 2011 el Papa Benedicto XVI escribió una Carta Apostólica en forma de Motu Proprio llamada PORTA FIDEI  "la Puerta de la Fe" (cf. Hch 14,27) con la que se convoca el AÑO DE LA FE. Comenzó el 11 de octubre de 2012, a los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica y en el cincuenta aniversario del Concilio Vaticano II, y terminará en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el 24 de noviembre de 2013. Una buena ocasión para introducir a todo el cuerpo eclesial en un tiempo especial de reflexión y redescubrimiento de la fe, para iluminar de manera cada vez mas clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo.

Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos (cf. Jn 6,51). El Año de la Fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. La fe. en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo. Como afirma San Agustín, los creyentes "se fortalecen creyendo". 

Reflexionar sobre el mismo acto con el que se cree, es un compromiso que todo creyente debe hacer propio, sobre todo en este Año:
1. Profesar la Fe.- Que suscite en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción.
2. Celebrar la Fe.- Intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía.
3. Testimoniar la Fe.- Que el testimonio de vida de los creyentes sea cada vez más creíble. 
4. Redescubrir la Fe.- Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada.
5. Compartír la Fe.- Una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad.

Para acceder a un conocimiento sistemático del contenido de la fe, el Año de la Fe deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados sistemática y orgánicamente en el Catecismo de la Iglesia Católica, que ofrece una memoria permanente de los diferentes modos en que la Iglesia ha meditado sobre la fe y ha progresado en la doctrina, para dar certeza a los creyentes en su vida de fe, representa un verdadero instrumento de apoyo a la fe.
Edificio de la Congregación para la Doctrina de la Fe

La Congregación para la Doctrina de la Fe, el 6 de enero de 2012 publico una nota con indicaciones pastorales para el Año de la Fe. Recuerda que el Catecismo de la Iglesia Católica se presenta por un lado como un auténtico fruto del Concilio Vatcano II y por otro lado intenta favorecer su recepción.

El documento presenta cuarenta indicaciones para vivir el Año de la Fe en los ámbitos de la Iglesia Universal, las Conferencias Episcopales, el ámbito diocesano, de las parroquias / comunidades / asociaciones / movimientos. Por lo que se refiere al ámbito de las parroquias propone lo siguiente:
1. Todos los fieles están invitados a leer y meditar la Carta Apostólica Porta Fidei.
2. Intensificar la celebración de la fe en la liturgia, y de modo particular en la Eucaristía.
3. Los sacerdotes podrán dedicar mayor atención al estudio de los documentos del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica, recogiendo sus frutos para la pastoral parroquial.
4. Los catequistas podrán apelar aún mas a la riqueza doctrinal del Catecismo de la Iglesia Católica y bajo la responsabilidad de los respectivos párrocos, guiar a grupos de fieles en la lectura y profundización común de este valioso instrumento.
5. Se espera por parte de las parroquias un renovado compromiso en la difusión y distribución del Catecismo de la Iglesia Católica y de otros subsidios aptos para las familias.
6. Será conveniente promover misiones populares y otras iniciativas en las parroquias y en los lugares de trabajo, para ayudar a los fieles a redescubrir el don de la fe bautismal y la responsabilidad de su testimonio.

Todos los fieles están llamados a reavivar el don de la fe, tratarán de comunicar su propia experiencia de fe y caridad, dialogando con sus hermanos y hermanas, incluso de otras confesiones cristianas, de otras religiones y a los que no creen o son indiferentes. Así se espera que todo el pueblo cristiano comience una especie de misión entre las personas con quienes viven y trabajan. conscientes de haber recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. Que este Año de la Fe sea una ocasión privilegiada para compartir lo mas valioso que tiene el cristiano: Jesucristo, Redentor del hombre, Rey del Universo, iniciador y consumador de nuestra fe (Heb 12,2).

La catequesis del Magisterio en el Año de la Fe
El miércoles 17 de octubre de 2012 el Papa Benedicto XVI introdujo un nuevo ciclo de catequesis que se desarrolla a lo largo de todo el Año de la Fe. Una ocasión importante para volver a Dios, para profundizar y vivir con mayor valentía la propia fe, para reforzar la pertenencia a la Iglesia, «maestra de humanidad», que, a través del anuncio de la Palabra, la celebración de los sacramentos y las obras de caridad, nos guía a encontrar y conocer a Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Se trata del encuentro no con una idea o con un proyecto de vida, sino con una Persona viva que nos transforma en profundidad a nosotros mismos, revelándonos nuestra verdadera identidad de hijos de Dios.

Pero —nos preguntamos— ¿la fe es verdaderamente la fuerza transformadora en nuestra vida, en mi vida? ¿O es sólo uno de los elementos que forman parte de la existencia, sin ser el determinante que la involucra totalmente? Con las catequesis de este Año de la Fe querríamos hacer un camino para reforzar o reencontrar la alegría de la fe, comprendiendo que ésta no es algo ajeno, separado de la vida concreta, sino que es su alma. La fe afirma que no existe verdadera humanidad más que en los lugares, gestos, tiempos y formas donde el hombre está animado por el amor que viene de Dios. La fe cristiana, operosa en la caridad y fuerte en la esperanza, no limita, sino que humaniza la vida; más aún, la hace plenamente humana.

La fe es acoger este mensaje transformador en nuestra vida, es acoger la revelación de Dios, que nos hace conocer quién es Él, cómo actúa, cuáles son sus proyectos para nosotros. Con la revelación es Dios mismo quien se auto-comunica, se relata, se hace accesible. Dios se ha revelado con palabras y obras en toda una larga historia de amistad con el hombre, que culmina en la encarnación del Hijo de Dios y en su misterio de muerte y resurrección. Dios no sólo se ha revelado en la historia de un pueblo, no sólo ha hablado por medio de los profetas, sino que ha traspasado su Cielo para entrar en la tierra de los hombres como hombre, a fin de que pudiéramos encontrarle y escucharle. Y el anuncio del Evangelio de la salvación se difundió desde Jerusalén hasta los confines de la tierra. La Iglesia, nacida del costado de Cristo, se ha hecho portadora de una nueva esperanza sólida: Jesús de Nazaret, crucificado y resucitado, salvador del mundo, que está sentado a la derecha del Padre y es el juez de vivos y muertos. Este es el kerigma, el anuncio central y rompedor de la fe. Pero desde los inicios se planteó el problema de la «regla de la fe», o sea, de la fidelidad de los creyentes a la verdad del Evangelio, en la que permanecer firmes; ¿dónde hallamos la fórmula esencial de la fe? ¿Dónde encontramos las verdades que nos han sido fielmente transmitidas y que constituyen la luz para nuestra vida cotidiana? La respuesta es sencilla: en el Credo, en la Profesión de fe o Símbolo de la fe nos enlazamos al acontecimiento originario de la Persona y de la historia de Jesús de Nazaret.

También hoy necesitamos que el Credo sea mejor conocido, comprendido y orado. Sobre todo es importante que el Credo sea, por así decirlo, «reconocido». Conocer, de hecho, podría ser una operación solamente intelectual, mientras que «reconocer» quiere significar la necesidad de descubrir el vínculo profundo entre las verdades que profesamos en el Credo y nuestra existencia cotidiana. No es casualidad que el beato Juan Pablo II quisiera que el Catecismo de la Iglesia católica, norma segura para la enseñanza de la fe y fuente cierta para una catequesis renovada, se asentara sobre el Credo. 

Problemas a superar en la vivencia del Año de la Fe en una sociedad profundamente cambiada, también respecto a un pasado reciente, y en continuo movimiento: 
1. Los procesos de la secularización y de una difundida mentalidad nihilista, en la que todo es relativo, han marcado fuertemente la mentalidad común. 
2. A menudo la vida se vive con ligereza, sin ideales claros y esperanzas sólidas, dentro de vínculos sociales y familiares líquidos, provisionales. 
3. No se educa a las nuevas generaciones en la búsqueda de la verdad y del sentido profundo de la existencia que supere lo contingente, en la estabilidad de los afectos, en la confianza. 
4. El relativismo lleva a no tener puntos firmes; sospecha y volubilidad provocan rupturas en las relaciones humanas, mientras que la vida se vive en el marco de experimentos que duran poco, sin asunción de responsabilidades. 
5. Así como el individualismo y el relativismo parecen dominar el ánimo de muchos contemporáneos, no se puede decir que los creyentes permanezcan del todo inmunes a estos peligros que afrontamos en la transmisión de la fe. 
6. Frecuentemente el cristiano ni siquiera conoce el núcleo central de la propia fe católica, del Credo, de forma que deja espacio a un cierto sincretismo y relativismo religioso, sin claridad sobre las verdades que creer y sobre la singularidad salvífica del cristianismo.
7. Actualmente no es tan remoto el peligro de construirse, por así decirlo, una religión auto-fabricada.

Algunos de estos ha evidenciado la indagación promovida en todos los continentes para la celebración del Sínodo de los obispos sobre la nueva evangelización
- una fe vivida de modo pasivo y privado, 
- el rechazo de la educación en la fe, 
- la fractura entre vida y fe.

Debemos volver a Dios, al Dios de Jesucristo; debemos redescubrir el mensaje del Evangelio, hacerlo entrar de forma más profunda en nuestras conciencias y en la vida cotidiana, para retomar y profundizar en las verdades centrales de la fe acerca de Dios, del hombre, de la Iglesia, de toda la realidad social y cósmica, meditando y reflexionando en las afirmaciones del Credo.



lunes, 29 de julio de 2013

PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ



Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
(Lc. 2,29-32)



Parroquia de Nuestra Señora de la Luz, 
Diocesis de Ecatepec, A.R.

La Parroquia es la comunidad de bautizados que expresan y confirman su identidad principalmente por la celebración del Sacrificio eucarístico (Ecclesia de Eucharistia, 32). El espacio donde naturalmente se desarrolla la vida eclesial es la parroquia (XIª Asamblea General Ordinaria, Sínodo de obispos, 13). Una determinada comunidad de fieles constituida de modo estable en la Iglesia particular, cuya cura pastoral, bajo la autoridad del Obispo diocesano, se encomienda a un párroco, como su pastor propio (CIC 515-1).

La Parroquia, comunidad de comunidades, es la célula viva de la Iglesia y el lugar privilegiado en el que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y de la comunión eclesial. Llamadas a ser casas y escuelas de comunión, las parroquias buscan ser espacios de la iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizadas de modo comunitario y responsable, integradoras de movimientos de apostolado ya existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abierta a los proyectos pastorales y supraparroquiales y a las realidades circundantes. Los miembros de la comunidad parroquial son responsables de la evangelización bajo la acción del Espíritu Santo, que actúa en Jesucristo. La renovación de las parroquias, al inicio del tercer milenio, exige re formular sus estructuras, para que sea una red de comunidades y grupos, capaces de articularse logrando que sus miembros se sientan y sean realmente discípulos y misioneros de Jesucristo en comunión. Desde la parroquia, hay que anunciar lo que Jesucristo “hizo y enseñó” (Hch 1, 1) mientras estuvo con nosotros. Su Persona y su obra son la buena noticia de salvación anunciada por los ministros y testigos de la Palabra que el Espíritu suscita e inspira. La Palabra acogida es salvífica y reveladora del misterio de Dios y de su voluntad. Toda parroquia está llamada a ser el espacio donde se recibe y acoge la Palabra, se celebra y se expresa en la adoración del Cuerpo de Cristo, y, así, es la fuente dinámica del discipulado misionero. Su propia renovación exige que se deje iluminar siempre de nuevo por la Palabra viva y eficaz. El reto es que todas nuestras parroquias se vuelvan misioneras, debido a que es limitado el número de católicos que llegan a nuestra celebración dominical; en cambio es inmenso el número de los alejados, así como el de los que no conocen a Cristo. Por ello la renovación misionera de las parroquias nos está exigiendo imaginación y creatividad para llegar a las multitudes que anhelan el Evangelio de Jesucristo, entre las que se incluyen el mundo del trabajo, la cultura, las ciencias y las artes, la política, los medios de comunicación y la economía, así como los ámbitos de la familia, la educación, la vida profesional. Siguiendo el ejemplo de la primera comunidad cristiana (cf. Hch 2, 46-47), la comunidad parroquial se reúne para partir el pan de la Palabra y de la Eucaristía y perseverar en la catequesis, en la vida sacramental y la práctica de la caridad. La celebración eucarística es para la Parroquia una escuela de vida cristiana, en ella la parroquia renueva su vida en Cristo y se fortalece la comunidad de los discípulos. Junto con la adoración eucarística y con la práctica del sacramento de la reconciliación para acercarse dignamente a comulgar, se preparan sus miembros en orden a dar frutos permanentes de caridad, reconciliación y justicia para la vida del mundo (Documento de Aparecida No 171-175).


Oficina
Calle Nenufar esq. Mastuerzo Mz. 648-B s/n 
Fracc. Jardines de Morelos, sección Flores. 
Ecatepec, Estado de México. 
CP 55070 
Teléfono 5558374064

Horario:
Lunes a Viernes 10:00-13:00 hrs. y 16:00-18:00 hrs.
Sábado 10:00-14:00 hrs.
Martes y domingo: no hay servicio

Pláticas 19:00 hrs
Bautismos: Primer y tercer viernes de mes
Matrimonios: Cuarto viernes de mes
Quinceañeras: Segundo viernes de mes




Templo de Ntra. Sra. de la Luz
Templo de Nuestra Señora de la Luz
Calle Nenufar esq. Mastuerzo Mz. 648-B s/n 
Fracc. Jardines de Morelos, sección Flores. 
Ecatepec, Estado de México. CP 55070 
Atrás del centro comercial Chedrahui

Horario de misas:
Domingo  08:15 hrs,
Domingo  11:00 hrs.
Domingo  19:00 hrs.
Lunes       09:00 hrs.
Miércoles 09:00 hrs.
Jueves      19;00 hrs.
Sábado    19:00 hrs. precepto 

Hora Santa:  Jueves 17:00 hrs.
Confesiones: Jueves 17:00 hrs.
Catecismo para niños: Sábados de 10:00-12:00 hrs.
Misa para niños: Domingos 11:00 hrs.
Primeras comuniónes: Julio y Diciembre
Bautismos comunitarios: segundo sábado de mes
Fiesta Patronal: Primer domingo de julio




Templo de Ntra. Sra. del Rosario
Templo de Nuestra Señora del Rosario
Av. Mariano Matamoros s/n esq. Lago Winipeg.
Fracc. Jardines de Morelos, sección Lagos.
Ecatepec, Estado de México. CP 55070
Atrás del Hospital de las Américas

Horario de misas:
Domingo  07:00 hrs.
Domingo  09:30 hrs.
Domingo  17:30 hrs.
Miércoles 19:00 hrs.
Jueves      09:00 hrs.
Viernes     09:00 hrs.

Hora Santa:  Miércoles 17:00 hrs.
Confesiones: Miércoles 17:00 hrs.
Catecismo para niños: Sábados de 09:00-11:00 hrs.
Misa para niños: Domingos 09:30 hrs.
Primeras comuniónes: Octubre y Diciembre
Bautismos comunitarios: cuarto sabado de mes
Fiesta Patronal: 7 de octubre



Otras actividades:

Día de la caridad: primer domingo de mes

Misa para enfermos
Asamblea de oración
Confirmaciones